Ana (Julia Beerhold), una europea nórdica, de belleza fría y carácter pragmático, viaja a Chile a cumplir el mandato de su padre: llevar sus cenizas mortuorias a la caleta de Horcón y entregar una pintura a un pescador llamado Pepe (Alejandro Castillo), que es el único que conoce el lugar preciso donde se deben esparcir las cenizas. Un universo de recuerdos narrados por Pepe se abrirá ante Ana, envolviéndola en una aventura que hará cambiar su personalidad. En el desenlace, Ana descifrará la pintura, sacando a la luz un oscuro secreto que causará la muerte de Pepe, con el que habría llegado a establecer una fogosa relación.